lunes, 23 de marzo de 2015

Menos que cero

Hubo una época, un tiempo mejor, hace años, en el que la resaca se curaba viendo la tele. Cada sábado y cada domingo, desde las doce y pico y hasta empalmar con Los Simpsons, El encantador de perros te ayudaba a paliar el tedio y superar los dolores de las mañanas ociosas. Y si era una resaca de tarde, pues sin problema, siempre tenías a mano Mil maneras de morir.

Perros rebeldes que por arte de magia se convertían en perros modelo. Más de una vez alguno seguro ha seguido las órdenes del prodigioso hipnotizador de perros. ¡Siéntate! ¡Vuelta!, ¡Silencio! y dócil, como una ovejita, hacías todos los movimientos prediseñados por el cánido amigo en tu cómodo sofá.



Pero era mejor las mil maneras de morir. Mucho mejor. Desde gente fumando petardos, de los de verdad digo, a pardillos que acababan con la cabeza frita y rebozada. O mi favorito, el pobre  Danny, Billy, Vinny, Pauly, Johnny, o Chucky, un pobre hombre que decidió tener una historia tórrida con la hija de su italiano, mafioso y extremadamente protector jefe. Tórrida historia que le valió acabar en la cámara frigorífica del restaurante que dirigía. 

El pobre Danny, Billy, Vinny, Pauly, Johnny, o Chucky, había sido encerrado en una cámara frigorífica. Iba a morir ahí dentro y, el programa contaba como reaccionaba el cuerpo minuto a minuto, en riguroso casi directo. Al parecer, minutos antes de fallecer, en un intento de su cuerpo por mantener la temperatura y la vida, todas sus venas, capilares y demás autopistas de la sangre se dilataron para que el chaval tuviera más calor. El chaval se acaba despelotando. Y muriendo. Irónico, ¿verdad? Por un encuentro fogoso y despelotado, acaba frío.

Resultó que fue así, curiosamente con ese programa y esa resaca, como aprendí una de las mejores lecciones de la vida. 

Las cosas se suelen calentar bastante antes de acabar congeladas.

Tantas tardes jugando a las tacitas, viendo como al principio iban fluyendo como magma, ahora están frías como su corazón. Tanto esperar te aburres. Su armagedón ya no te parece tan bonito y ahora los advenedizos te vienen a contar que ya te lo dijeron.


Nació con el don de la risa y la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese era todo su patrimonio.
Scaramouche

Ella intenta averiguar cuál fue la gota que colmó el vaso, para intentar arreglarlo. Y lo consigue, con calor. Mucho calor. Pero, lo que ella no quiere ver, es que era la gota que no colmó el vaso. Eran todas esas gotas que fuiste bebiendo para que el vaso no acabara colmado. Viendo que tocar fondo ya no es tan desagradable, pues te bajas un colchón y tal, para pasar el tiempo. Pero un día se te olvida el taladro percutor que solías llevar para llegar más y más abajo y, en ese día llega la pregunta, ¿qué coño hago yo aquí? Si a mi me gusta el sol y los escotes, ¿qué carajo hago yo aquí abajo? ¡Joder!

Y ahora que tanto café te ha sentado mal y ya no quieres ver como te dijo la última vez que se iba a comer, que no podía hablar y, como no reía con ese frío jaja ante esa foto, te has decidido a borrar sus conversaciones. Y así borrada ella, que uno tiene su dignidad. 



Que ya has visto muchas veces como, al subirte a un último tren, a un loco no se le ocurre nada mejor que inmolarse con la bici en el siguiente paso a nivel. Y ahora su pasatiempo favorito es contemplar compulsivamente el móvil para ver como él no la ha escrito y tú, limpias tu conciencia con ginebra.

Ella, que te dice que todo es muy complicado, que tienes que entenderlo, que no sabe como explicarlo. Tú, pensando que lo realmente complicado es un cubo de Rubik y decir que no a otro chupito. Y que lo suyo tiene otro nombre. 

Piensas a veces con nostalgia en ese último golpe de calor. En todas las cosas que te quedaron por decir más allá de Yoyá/Me aburres/He quedado/Cierra por fuera. Tienes la seguridad del que nada tiene que perder. Ya no hay vuelta atrás. Y si la hay, realmente no te interesa en absoluto.


Pero tú, bueno y tonto a partes iguales, decides bucear en el rencor y hacerle un favor al pasado recordando solo los buenos momentos. Que en el fondo te sabe mal irte así, frío, en silencio, buscando la manera de culparte a ti mismo cuando todo el mundo sabe que no. Que pensar es malo y cuando te quitas un peso de encima vas ligero como el hijo del viento.

Ahora los coches de choque están vacíos e inmóviles, desierto el castillo hinchable y el tiro al blanco de sus ojos abiertos bajo su pelo moreno. Acabó vuestra temporada de atracciones. El mal tiempo asusta, la edad no perdona y los achaques siempre tienen algo que contar.

Se fue la primavera que creías duraría siempre y ha vuelto el invierno a recordarte que da igual lo que tú pienses, que siempre hay que bajar un abrigo por si acaso, que ella siempre va a tener razón y que de vez en cuando hay que meter las cosas a la nevera.

Faster, faster. Until the thrill of speed overcomes the fear of death.
Hunter S Thompson.

Porque retirarse a tiempo no es difícil. Lo realmente difícil es saber a tiempo de qué. Y entonces comienzas a sentir el calor. Encuentras a otra. Realmente otra te encuentra. Por casualidad, serendipia. Sus charlas en Satriale's, que ser escocés es una puta mierda y que, seguramente también odie a esos putos nihilistas...


Y entonces, solo entonces... Thrill is gone.

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