domingo, 13 de julio de 2014

Me gustan las mujeres. Tengo todos sus discos.

El otro día salí un rato de copas y esas cosas, vaya novedad. Y de copas pues te cuentan historias, te dicen cosas, miras, te miran. Ir de copas es una bonita forma de interactuar.

Pero siempre hay que medir las palabras, porque las palabras erróneas pueden surtir efectos no deseados. O una carcajada incontenible. Como es el caso.

Todo son risas hasta que te dice te he echado mucho de menos. Y claro, ahí todo dejan de ser risas para estar al borde del derrame cerebral.

In vino veritas, in aqua sanitas

Hay cosas que se deben guardar para uno mismo. Cosas que pierden todo su valor cuando las vas soltando por ahí sin ton ni son. Soy un poco básico, pero si echo en falta a alguien, busco el teléfono, hago una llamada, veo a esa persona y ya está. Se acabó el echar de menos.




Pero claro, con un par ginebrias entre pecho y espalda solo te ríes y no piensas en mandar al fresco a nadie. Bueno, en realidad si, pero te lo callas, porque te gusta la ginebra tranquila. No quieres tempestades, que luego vienen las resacas.

Esas que van diciendo todo el rato te echo de menos, ¿de qué palo van? ¿De quién se quieren reír? ¿A qué coño están jugando? Si juegas con fuego al final te quemas y además, te meas en la cama. 

No. Eres un hombre de verdad. Decides honrar a la carneia y no ir a la guerra.

Últimamente veo bastantes casas ajenas. Casas que no son la mía. Algunas repletas de muebles y otras desnudas al completo. Pero todas con sus secretos. Porque las casas, como la gente, tienen secretos.

Ese rincón entre la cama y la pared en el que guardas tus más íntimas pertenencias, Ese hueco de detrás de la mesa, ese baldosín flojo del baño en el que caben cosas y pasa una tubería caliente...

Esa noche en el sofá, la maravillosa mañana sobre la alfombra, sin nada que hacer, sin hacer nada, esa cena que se fue de las manos y acabó en monumental gresca... Secretos. Secretos que solo conocen las paredes de tu casa, ellas, y tú. Porque los secretos evidentemente, son secretos.




Los secretos son divertidos y atractivos. Si no hay secretos no hay diversión. No hay intriga. No hay pasión por la vida. Son la alegría de vivir. Ese primer jagger que fluye por tus venas rápido como un ciclón y temperamental como una yegua mesteña.

Nunca he sido muy de ahorrar, no guardaré ni un duro para el cementerio y el mañana ya vendrá, pero siempre hay que guardarse algo para uno mismo. Un par de cositas que sepas tú y poco más. 

No todo han de ser felonías, engaños, atracos a mano armada y acciones perniciosas. Los mejores secretos son los buenos, y mejores aún son por ser desconocidos al grueso del público. Eso los hace interesantes, magnéticos.

También está la opción de las que no se guardan un te quiero ni aunque les vaya la vida en ello. Lo dicen así, de risas. Bomba nuclear. El tema es que cada vez que escucho uno de esos me empieza a picar el gaznate, me entra la sed que no se quitan con agua, me viene la polidipsia y ya estamos otra vez en el ojo del huracán.



No se dan cuenta de que esas cosas se gastan, como las balas, el dinero y el tabaco. Y cuando se gasten del todo, ya no valgan nada y su valor sea el mismo que el de un chicle pisado de la calle vendrán las penas, el arrepentimiento, el pensar qué hubiera pasado si no hubiera pasado...

Nada hace a un hombre huir más rápido y más lejos que un te quiero mal soltado. Solo equiparable a un cariño, estamos embarazados.

Órdago a las grandes, a ese par y sobretodo, a la chica.

Es que sin secretos la vida es muy aburrida. Imagínate que estás con una chica y al mes ya sabe todo de ti. Todo lo que has hecho. Y todo lo que harás. Muy aburrido. No queda sitio para el factor sorpresa, no queda sitio para la improvisación, porque la improvisación será ya previsible.

Muy aburrido todo.

Ni tanto ni tan calvo. Aristóteles lo sabía, los romanos lo aprendieron y ahora te toca conocerlo a ti. In medio, virtus.

Lo malo de tener muchos secretos y que además todos ellos sean contrarios a la moral cristiana es que cuando te cacen, lo más probable es que caigas con todo el equipo. Que caigas desde muy alto y sobre una cama de clavos.




Tenía un viejo amigo que defendía que su vida se regía según los compartimentos estancos. Según este, su modo de vida, sus círculos de relación eran tan distantes que jamás serían tangentes y nada de un círculo trascendería a otro, pudiendo vivir él así con total tranquilidad.

Pero claro, al final ningún plan es perfecto. Y mientras crees que lo es te vuelves confiado y descuidado. Se acaba liando el asunto. Te cazan. Todo se sabe. Nos reímos. Nos seguimos riendo. Se fue. Hasta más ver.

Todo era tan secreto y hermético para él que incluso ni sabía cuándo la estaba liando parda y se iba a llevar un petardazo en la cara

El día que vaya a hacer algo mal, hágalo bien hecho.
Pablo Escobar.

El Patrón del mal lo tenía claro, si la vas a liar no cometas errores, que si te dejas el móvil por ahí y vemos que vas a pasar el verano con un amiguito que no debes, que si las compañeras de trabajo y tal y cual, que si te cazan in fraganti mientras crees que la noche te ampara...



No se alarmen, no todo son secretos de alcoba ni de engaños aventurosos. Hay algunos secretos que simplemente no apetece contar y no pasa nada, nadie ha muerto por eso. A no ser que lo cuente... La mejor manera de guardar un secreto es cuando uno de los implicados está muerto.

Al final todo se sabe, siempre te descuidas y la gente se entera de tus adicciones, los vicios ocultos, los guilty pleasures, que te gusta Bisbal y su música también y que te va la marcha. Y con te va la marcha ya sabes lo que se quiere decir.

Y tú que siempre te has jactado de tener un ojo clínico para conocer a la gente, que sabes de qué rollo van en seguida, que no te la van a colar más que una vez y por que tú has querido. Tú que sabías que ese tipo no era trigo limpio y avisaste a tu amiga de ello... Tú que no quisiste ver que te la estaban liando in your face.

Y ahora que te han pillado con todo el equipo, tienes la opción de ser un caballero, un hombre de bien, asumir, aguantar la furia de los titanes y rezar a todos los santos del calendario para que acabe pronto, o la opción del cobarde. Negarlo todo, decir que no eras tú, que sus amigas inventan, que estabas muy borracho y que ella fue la que se abalanzó.

O tienes la opción de Hank. Un trago más, una frase ingeniosa, un madafaka, un último romance, el trago final, y a volver a buscar a Karen. Por que sabes que al final ella aguanta todo. Hasta que deje de aguantar.

Porque todos queremos ser un poco como Hank y todas queréis a alguien un poco como Hank.

Mi abuela siempre decía que no hay que fiarse nunca de la gente que no tiene secretos. Y mi abuelo dice que no hay que fiarse de la gente que nunca se ha emborrachado nunca. Y yo que soy un tipo muy fiable, pues tengo secretos y me emborracho. Y así...


Ayer salí, de nuevo. Y creo que me enamoré. De nuevo.

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