lunes, 3 de marzo de 2014

Gacela herida

Recuerda aquel día que caminabas tranquilamente por la calle. Pensando en tus cositas. Repentinamente sientes el silbar del viento en tus oídos. Mentira. No es el viento. Ese escalofrío que recorre tu espinazo te advierte del peligro.


El pobre incauto no sabe lo que está pasando. Ni tan si quiera está al tanto de la reunión secreta que se celebra a su costa.

Pero ese pobre animalito despellejado sospecha de un misterioso encuentro cuando se va cruzando a lo largo de los días con las integrantes del mismo. Ese escalofrío vuelve a recorrer su espinazo. Más fuerte que nunca. Sus carcajadas restallan en la noche. Se han agotado las existencias de ojo de tritón y ala de murciélago de toda la ciudad. Ha pasado. Lo sabe. Está maldito.

Claro, en los tiempos que vivimos, tiempos de iluminación científica y conocimiento abismal, el oscurantismo ha quedado totalmente olvidado. La gente ya no cree en la brujería. Ya pocos nos acordamos de que las brujas existen y se han adaptado a los tiempos que corren.

Los aquelarres ya no se llevan a cabo bajo el secretismo de la luna llena en un recóndito claro del bosque. Ahora se celebran en la ciudad. En torno a una mesa. Pero hay cosas que no cambian. Sigue habiendo víctimas.

Ya no hay cazas de brujas. Ahora son las brujas las que salen a cazar. Pero no van a perdices. Quieren caza mayor. Sentir el olor de su agonía.


No solo venden la piel del oso antes de cazarlo. Es que además se hacen un abrigo y unas pantuflas. Pisotean los restos del pobre animal y lo llevan a la máxima humillación imaginada.

Mientras nosotros hacemos reuniones bastante poco secretas para llorar las penas y curar la depresión con cerveza, ellas solo despellejan. Y cuando ya hemos llorado todas las penas y bebido toda la cerveza del bar, pues a casa. A casa bailando la macarena y a dormir como un bendito. 

Pero no. Ellas no. Luego salen. Hay que expandir el mal. Que no conozca límites. Que tiemblen los corazones del ganado de los conjuros. Que tiemblen su ebrias y débiles almas. Que sufran en el fuego del infierno el dolor de todas vuestras hermanas.

El despecho. Prueba a despechar a una mujer. Si tienes mucha suerte, pero mucha mucha suerte, saldrás indemne de tal acción. Si no tienes suerte...prepárate a sufrir. Has creado un monstruo. No solo has creado un monstruo. Además has alimentado a sus amigas. Esas fierecillas indomables que ya te tenían en poca estima y que ahora te tienen menos. Esas fierecillas indómitas ahora acompañan al monstruo que has creado. Una gacela herida.

Para que mentir, si hay un aquelarre es porque hay una gacela herida. Y todo el mundo sabe que las gacelas heridas cojean. Y quieren venganza. Presas desvalidas de las alimañas que se esconden en la oscuridad.


Porque para qué mentir de nuevo, demos gracias a las gacelas heridas. Presa fácil. Quiere amor, tú estás dispuesto a dar amor a cualquier cosa. Desde a tu cama a las 6'37 pasando por esa princesa que has visto por primera vez a eso de las 4'00 tras esa copa que abre los ojos a las bellezas exóticas. Uno y uno son dos. De toda la vida. Matemáticas del hood.

No quedará títere con cabeza. Quieren saber todo. Cada íntimo y escabroso detalle. Y todo se sabe. No van a dejar nada para el cementerio, solo tus restos irreconocibles. Por mucho que digan que somos unas bestias, que solo pensamos en el sexo y que hacemos estúpidos rankings y raras clasificaciones... El género opuesto no se queda atrás. Nada atrás de hecho.

Por eso se siguen celebrando los aquelarres. No es más que un instinto primitivo. La manada para proteger al miembro herido. Proteger hasta que la cosa se torna en vida o muerte y hay que abandonar la protección.

Dejé de entenderte el día que te conocí.

Pero claro, como ahora son todas super sofisticadas, mujeres independientes y liberadas y tantas ideas malas que ha metido Almodóvar y Sexo en NY en la cultura de la mujer...pues está feo llamarlo reunión de brujas, aquelarre, darles escobas (solo para volar, tranquilas), insinuar la presencia de verrugas en sus narices...pues se enfandan.

Ojocuidao, que ni son tan gacelas ni están tan heridas. Siguen siendo leonas. Siguen mandando en la sabana. Son las tigresas de la taiga. Saben lo que quieren y lo van a conseguir. Y ahora nada puede frenarlas. Están rijosas. No se aguantan ni a si mismas. Solo quieren volver a sentir el olor de la sangre. 

¿Alguna vez has intentado acorralar a una gata? Yo sí. Acabas con arañazos. Y eso en la mejor de las situaciones.



Tenía un amigo muy de gacelas heridas. Incluso llegaba a salir con ellas. Pero salir en plan bien. De novios, vaya. Incluso se jactaba de escucharlas, ayudarlas y ponerlas a punto. Como él mismo decía, "las arreglo". Se cree el tío que el puto coche de Schumacher iba al taller para preparar la itv... Pobre de él que luego se veía sorprendido cuando se veía corneado por acercarse demasiado al toro. Ese pobre chico se creía el salvador de esos pobres animalitos. Las veía cojeando, solitarias, requeantes tras huir milagrosamente del último ataque del gran carnívoro y el tío se creía el macho alfa definitivo, el que asestaría el mordisco final. Ese mordisco en la yugular.

Ese mordisco en la yugular que luego se llevaba él. Aaaangelito.

Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Y detrás de una gran mujer están sus amigas acechando entre la espesura.

Más de una vez, sin comerlo ni beberlo, me he visto envuelto en estos macabros eventos. Se animan las unas a las otras. Incineran a uno. Incineran a otro. Y a veces te toca el turno. Vas a acabar churruscadito. Y encima te lo van narrando en live.

Porque sin lugar a dudas, las gacelas heridas son las reinas de los parches. Las hay que no saben estar solas. Pues aquí están. Y claro, luego se preguntan que porqué ese chico que engañó a su ex novia para estar con ella la engaña ahora. Porque no entra en sus mentes. Y vuelta a empezar. Aquelarre, tensión extrema en el masetero, caninos afilados. Al cuello.

Está claro. Y aunque suene machista, reunión de mujeres sin hombres...problemas. Y de los grandes.

En el momento que te cuenta que ha salido hace poco de una relación. En el momento que te cuenta que su antiguo compañero sigue por ahí hurgando en su conciencia. En el momento que se te ilumina la mirada y te relames pensando en el festín que se avecina... En ese preciso momento es cuando te conviertes en el plato principal del festín. No eres la gacela herida. Eres el búfalo discapacitado. Pero todavía no lo sabes. Eres el chocolate de sus depresiones. Te devorarán. Pero todavía no lo sabes. Su perfume te tiene abstraído. Pero todavía no lo sabes. 

Es la jugada más antigua del universo. Y por supuesto que no serás el último en caer. Y por descontado que no hay salida fácil. Te hizo brujería la hechicera. Y solo quiere comer de tus entrañas. Sentirás la muerte a la voz de kalima, KALIMAAA



Que los amigos aplaudan. La comedia se ha acabado.

2 comentarios:

  1. Escúchame, ¿Qué temazos son estos? Como sigas poniendo musicon a las entradas vamos a pasar de leerlas. jajaja Me ha gustado.

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    1. Si no te dedico una canción de amor en youtube no te gusta lo que escribo o qué?

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