miércoles, 12 de febrero de 2014

Suspicious minds

Que ya está aquí. Esa fiebre que se huele estos días. Ya está dando guerra.

Eso de San Valentín y pasarlo acompañado y esas cosas que a la gente tan romántica le gusta. La virgen qué pereza.

La mayoría de las parejas que tengo como amigos me dan muchísima pereza. Todas esas cosas que tienen que hacer, toda esa atención que tienen que prestar, todos esos detalles que cuidar, esas explicaciones que dar. No poder llegar a casa fino filipino sin que acabes escaldao.


Se acomodan. Quieren una vida tranquila y sosegada. Se vuelven aburridos, que si vamos a cenar, que si vamos al cine, que si vamos a ver una peli tranquilamente.

Inevitablemente viene a mi mente enferma el momento de la ruptura. ¿Y de qué lado vas a estar tú, como amigo cuando partan peras? ¿Y cómo te vas a quedar cuando tras un tiempo poniéndola a parir y tachándola de guapa en adelante te digan que han vuelto?

Que si la echo en falta. Que si quiero llamarla. Que si es la mujer de mi vida. Que si no entiendo porqué me ha dejado. Que si seguro que está con otro. Que si es una guarra. Que si me ha tratado fatal. Que si he hecho muchísimo por ella. Que si es una egoísta. Y claro, vas tú, amigo del alma, amigo fiel y le dices que sí. Que tiene toda la razón. Y te creces. Y que vamos a llamarla borrachos perdidos y le montamos un numerito. Y que si no te merecía. Y que hay más tías que botellines. Que será por guarrillas en la noche. Y que vamos a joderle el coche. Y que vamos a revelar secretos de alcoba. Y que vamos a contarle a todos lo fresca que ha sido.



Pues en ese momento es cuando la has liado brava. Porque un día se lo va a contar. Porque un día puede ser que vuelvan. Y entonces tu pequeña mente de simio, que no alcanza a entender los misterios de la mente femenina, entenderá el porqué ese mirar como si fueras el enemigo público nº 1. Es que lo eres.

Porque ese momento siempre llega. No siempre acaban con su relación, a veces solo tienen una pelea monumental. Una PELEA. De las que asustarían al mismísmo General Patton. Y toca duelo. Como cuando acaban. Y cada uno lleva el duelo como puede, o como le dejan.

El duelo. Viejo amigo. Y es que hay tantas maneras de pasar el duelo como mujeres que lo hacen pasar. Pero como yo siempre he sido un hombre clásico, pues recomiendo los clásicos.

¡Oh! Los gabinetes de crisis, te juntas con tus antiguos compañeros de corredurías. Tus amigos los crápulas. Los que son tus amigos de verdad joder. Y empiezas. Cervecita por aquí, cervecita por allí. Se te hace tarde, tienes que empezar con las copas. Te vas a algún lugar que sirven muchas copas a poco precio y a funcionar. A la faena. Ya estás liado. Llegan los chupitos. La soga al cuello. 



Pasas una noche magnífica con tus amigos. Tienes más claro que el agua que ya la tienes superada totalmente. Incluso hablaste con un par de chicas muy monas, no fue mal. Conseguiste sus números, quedaste en llamarlas para tomar algo. Lo pasaste bien. Y vas a seguir así.

MENTIRA. Olvidaste que al volver a casa te pusiste moñoño. La escribiste en un idioma que nadie entiende. Nadie salvo tú. Y como no contestaba y querías dejar claro que aún te tiene atado por ahí abajo, la llamas hasta que contesta y te dice son las siete de la mañana y eres un retrasado. Y tus amigos te dicen que una de esas chicas monas en efecto lo era. Mona como Chita. Y que la otra te quería apuñalar. Y que además la montaste bien parda, pero parda de que casi te ponen una cara nueva. Y entonces usas la típica excusa, no me acuerdo de nada. Bien jugado fiera. Casi cuela.

No pasa nada, mientras tengas una resaca digna de Massiel todo irá sobre ruedas. La única preocupación del día será sobrevivir. Ya vendrán los tormentos otro día.



Entonces es en ese momento cuando te viene a la mente el we're caught in a trap de Elvis. Te crees que ella también está destrozada. Llorando por las esquinas. Ahogando las penas. Intentando escribirte pero no lo hace porque se ha quedado sin batería, que no pasa nada. Que vais a volver, que sí. Estás convencidísimo. Un par de llamadas más y redescubrirá que eres el hombre de su vida.

Efectivamente y no. Que te estás equivocando chaval. Que ella queda con sus amigas, se toma unos vinitos, te ponen a parir, cuenta que te dan miedo los payasos, enseña tus fotos de aquel festival de navidad de parvulitos, cuenta todos tus defectos -y digo todos- se ríen a tu costa y así con todos los pobres hombres que han sido sometidos a ese grupo de amigas. Pero la cosa no acaba ahí. Luego se van a algún lugar donde haya más hombres y se dedican a zorrear. A calentarles la cabeza y la cabeza para luego dejarles en la estacada con unas ganas de querer y no poder de aquí te espero.

Está claro. Ya se lo dijo Luis García Berlanga a Paco Umbral.

No te engañes Paco, a las mujeres no les gusta follar. Les gusta irse de compras y hablar. Pero no follar.



¿Y cuánto durará este tedio, el luto, el agónico duelo? Pregunta lógica. Hablar con ella con el corazón en un puño y una copa en el otro está claro que no es más que un trámite de obligado cumplimiento. Es como ponerse pantalones para salir a la calle. Te lo puedes saltar, pero sería raro.

Lo que quieres saber es cuándo podrás hablar con ella si te la cruzas por la calle. Saber cuándo dejarás de odiar. Dejar de dolerte. Necesitas saber cuándo vas a dejar de buscar excusas chuscas para hablar con ella. Excusas del estilo el otro día vi a .... por la calle y me acordé de ti, ¿qué tal todo? o también está el clásico pasaba por tu barrio y me preguntaba cómo te trataba la vida... o el aún peor, .... qué casualidad encontrarte, ¡no esperaba verte por aquí! menuda mentira tío. Nunca pasas por su barrio, nunca coincides con ella así por accidente. A no ser que sea tu vecina. Entonces vale.

Pero cada uno lleva las cruces a su manera. Los hay que somos de beber hasta el amanecer. Hay quien se encierra en la cueva hasta que pasa la tormenta, los que siguen arrastrándose hasta que se ve hueso. Y los que más gracia me hacen. Los que ponen parche al parche que antes parchearon por parchear a otra. Esos me encantan.

Si acabas, acabas. Y punto. Hasta más ver. Al fresco. Nos vemos en los bares. Chao chochín. Hasta que nos olamos. ¿Qué narices es eso de pasar juntos la ruptura? ¿Acaso una ruptura es un puñetero viaje romántico al corazón de la selva congoleña? ¿Una puta luna de miel?

Vamos, no me jodas.



Pues aunque no lo parezca, hay un tiempo establecido para estas cosas. Y está científicamente comprobado por el prestigioso South Hampton Institute of Technology, más conocido por su acrónimo S.H.I.T. 

Se tarda en superar una relación un tiempo que se encuentra entre 1/2 y 1/3 del tiempo invertido en la relación. Es decir, si has estado tres años con esa periquita, deberías tardar entre un año y año y medio en pasar página definitivamente. Si tardas más es que te estás autoflagelando innecesariamente.

No obstante, para las relaciones largas y para los que no tenemos tanto tiempo, hay un método más rápido, llevadero y divertido. Llegar a las mil copas. Cuando hayas llegado a ese olimpo... ¡lo tienes hecho tigre!

Realmente mil parece un número muy alto, pero no es para tanto. No son más que 2'7 copas al día. Las guardas para el finde y las cuentas son claras. Menos de 20 copas cada fin de semana. Una ganga.

Pero lo mejor de todo es que además de haber pasado página, te vas con una cantidad de historias que contar a tus hijos, nietos o a quien interese que vamos. Una maravilla. Aunque claro...siempre pensaste que ella sería la madre de tus hijos...pero ya da igual. Has dado carpetazo.

Además, eso de ir poniendo parches no me gusta ni un pelo. Andrés lo decía muy claro, que hay que ser hombre para olvidar a una mujer.



Pero si realmente quieres regalar algo por San Valentín y todas esas cosas... Flores tío, flores. Nunca pasan de moda. Huelen bien, son bonitas y a las chicas le gustan. Todo ventajas. Y chocolate. Dime una sola mujer a la que no le guste el chocolate.

De hecho aún recuerdo a la última mujer que le compré un buen ramo de flores y una tarta de chocolate. Aún anda derretida por las calles de Iruña.

-Me apetece verte, de verdad. Hoy, mañana o pasado.
-¿Con alcohol en la mano o la mano en el corazón?

Porque hagas lo que hagas, nunca conseguirás hacer algo tan bonito como hizo Superman. Consigue salvar a todo el mundo menos a su amada. Grito en el cielo. Interfiere en las leyes de los hombres. Salva a Lois. Insuperable.


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