miércoles, 12 de junio de 2013

Sueño de una noche de verano

Sales genial en esa foto, no pareces tú

Demoledor. Que te digan eso es demoledor. De hecho, es una de mis formas favoritas de devolver a las bitchz a la tierra. Pero claro, siempre lo he dicho, es fácil ser duro con una fea, pero hay que tenerlos bien gordos para ponerse duro con una high class. Y sobre todo, lo jodido es serlo a la luz del día y sin estar baba. Siempre han existido titanes, pero la mayoría solo somos hombres.

En cada uno de nosotros hay dos naturalezas que están en guerra: el bien y el mal. Durante toda nuestra vida, la lucha continúa entre ellos, y tarde o temprano, uno de ellos debe conquistar al otro. 

Mi otra naturaleza se llama Eguar. Siempre tiene sed. Ese tipo sale cuando menos lo esperas. Se bebe mi dinero, ensucia mis camisas, magulla mi cuerpo, usa mi voz, escribe con mis manos a través de mi teléfono. Ese tío es un desgraciado.

Protagoniza bastantes historias, ya desde incluso antes de saber de su existencia e incluso de tener nombre. Es una bestia que poco a poco ha ido germinando las negras entrañas del odio y, al igual que Jekyll y Mr Hyde, habla en mis adentros empujándome a engullir una vez más la pócima que le haga libre por unas horas para así poder campar a sus anchas por la ciudad.

Eguar es la tempestad que precede al huracán.

Pero lo mejor llega cuando ya por la mañana la bestia empieza a volver a su caverna y empiezo a sentir los golpes y dolores de toda una noche de fechorías de todos los colores. Es entonces cuando llega la magia, la magia del mariconismo y entonces, viéndote dolido y en las últimas decides recurrir a lo más bajuno.



Suplicas un caliqueño por guasap y, en un intento vano de poetiso frustrado, aparecen las más bonitas palabras que jamás hayan salido de una mente enferma. Pero nada, nunca hay tomateo. Shit happens. Pones motes estúpidos como Tigrilla, Pecas, ... hasta que decides salir a tomar una caña y que basta de autohumillación.

Hubo un tiempo que estuve celoso hasta de tus zapatos solo por caminar contigo. Y de tus abrigos por darte calor.
Eguar I, el "Conquistador"

No me gusta la gente que chilla, que se pone turras cuando bebe y que habla a una distancia menor a la de seguridad (unos 50 centímetros de mi cara). Si me hablas a un palmo es para acabar comiéndome el nardo. Déjate de tonterías.

En realidad el primer otro yo que hubo no fue otro que Puck un duendecillo cabrón con bastante mala idea que se dedicaba a hacer la puñeta a unos pobres atenienses bastante pardillos.

Ese primer Eguar era un genio. Estaba a las órdenes de Oberón, curiosamente la obra se representó en Oberón (6). Iba medio en pelotas por el escenario dando saltitos y enrevesando todo lo que encontraba.

Y ahí acabó mi fugaz carrera como actor. Pero aprendí una lección, aunque no seas el protagonista, siempre hay alguien que en un momento u otro, se fija en ti.

Pero yo nací para el espectáculo. Dar espectáculo, montar numeritos, ser un personaje.

Pensad lo fácil que es alegrarle a alguien el día. Bastan dos tonterías, un par de palabras bonitas y ya está, una sonrisa por el resto de la jornada. Pues es más fácil aún mandar a alguien a tomar por culo y que se vaya a hincar rodilla.

Queridos míos, vuestros planes suenan muy apetecibles y seguro que vamos a disfrutar mucho. Me importa una vaina. A pastar.



Yo solo quiero estar de vacaciones y sacar a Eguar a pasear....

Nos vemos en los bares


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